Espíritu auténtico
Una de las imágenes más bellas que recuerdo de una vieja revista de Fórmula 1, cuando aún casi no sabía ni lo que eso era, representaba una preciosa vista de Eau Rouge desde lo alto del Raidillon con un cielo calmado teñido por el naranja del ocaso. No había coches sobre la pista ni ruido en el ambiente. Sólo, silencio. Sólo, la magia de una de las pistas más bellas del mundo.
Esa fotografía se ha desteñido con el paso del tiempo, pero todavía conserva el espíritu de una pista legendaria que, con la invasión de los nuevos trazados ultramodernos, está en peligro de extinción. Hoy nos toca hablar de Spa Francorchamps y damos gracias porque tantos años después siga siendo así.
El duelo Hamilton-Massa
El mundial 2008 llega a las Árdenas belgas con una tabla clasificatoria muy reñida. Un Hamilton crecido, líder del mundial y sereno, pero a punto de caer en cualquier momento, como se ha visto a lo largo del año. En el otro lado del cuadrilátero, Felipe Massa, el nuevo número uno de Ferrari (escudería que quiere recuperar el liderato del mundial de constructores) tras la negativa de Kimi Räikkönen de ser constante. Pero el finlandés asegura no haber tirado la toalla en ningún momento y permanece al acecho como un depredador a la sombra; si no cuida sus nervios y su temple sobre la pista, sus garrafales errores le costarán el mundial. De momento, toda la prensa cree que Massa tiene más posibilidades que Räikkönen. Heikki, en su declaradamente público papel de escudero, no supone una amenaza más que para los segundones; su papel puede ser clave para ayudar, una vez más, a Hamilton. Massa, por el contrario, está solo.
Carreteras convertidas en circuito
Con espíritu motociclista nació en 1921 el trazado original de Spa. Gracias al éxito de las 24 horas de Le Mans, en Francia, el trazado de Spa-Francorchamps siguió sus mismos pasos y creó su propia prueba de resistencia: las 24 horas de Spa. Aunque sin el mismo éxito o glamour, la carrera sigue siendo una cita imprescindible en el calendario del buen aficionado. La Fórmula 1 visitó esta pista por primera vez en el año de su nacimiento: 1950. Juan Manuel Fangio se llevó la victoria bajo las secas y soleadas condiciones climáticas, algo bastante inusual aquí. Entonces la pista era más del doble de larga que ahora: casi quince kilómetros de carreteras normalmente abiertas al público. Y es que Spa nació de la unión de tres poblaciones por carreteras convencionales nimiamente preparadas: Francorchamps, Malmedy y Stavelot. El trazado se desviaba donde actualmente encontramos la curva de Les Combes, y continuaba por un trazado rapidísimo y peligroso. Sólo la chicane de Masta partía el trazado y hacía a los pilotos apurar la frenada. En 1970, Spa dijo adiós a Masta en nombre de la seguridad. Y es que son varios los pilotos que han perdido su vida en este asfalto, tanto de Fórmula 1 como de otras categorías.
Agua Roja, un nombre que impone
Cuando se menta Spa, a continuación está de moda nombrar la curva más trepidante del mundial: Eau Rouge (o Agua Roja). Su nombre le viene por el manantial que sigue manando a sus pies y que atraviesa la pista por debajo de un puente sobre el que pasan los monoplazas. Tampoco se olvida el Raidillon, que no es otra cosa que la salida de Agua Roja en lo alto de la imponente subida. Esta combinación era una de las más desafiantes del mundo. Desgraciadamente, las continuas remodelaciones en post de la seguridad han alterado considerablemente su aspecto original. Los re-asfaltados y las escapatorias la han “plastificado”, domesticado, convertido en un producto bonito y limpio. Aún así, hay que tener mucha sangre fría para pasar por aquí sin evitar un temblor en las manos. Ahora sí se puede hacer a fondo, gracias a los V8, pero antes había apuestas entre los pilotos, casi siempre perdidas por los que querían hacerse los más valientes, pues en el último segundo era imposible evitar levantar ligeramente le pie del acelerador. Quien lo hizo, en algunas ocasiones, casi no vivió para contarlo. Es el caso de Alexander Zanardi, piloto que perdió el control de su monoplaza y se estrelló contra las entonces demasiado cercanas barreras de protección. Rebotó y quedó maltrecho, hasta hacer pensar lo peor a los espectadores. Afortunadamente, sólo sufrió heridas leves. Algo muy parecido les ocurrió a Jacques Villeneuve y a Ricardo Zonta durante los entrenamientos de 1999: los dos perdieron el control de sus respectivos monoplazas de maneras similares y acabaron volcando sobre las escapatorias. De nuevo, la fortuna libró a ambos de sufrir heridas graves.
El monstruo de la velocidad
Aunque Agua Roja y el Raidillon son muy famosos en la actualidad, lo cierto es que no siempre han estado en el trazado del circuito. De hecho, el diseño original no incluía esta impresionante sección: en su lugar, el llamado Virage de’l Ancienne Douanne llevaba a los monoplazas hacia la izquierda, fuera del actual trazado, y los volvía a traer a la altura del actual Raidillon. Pero a los belgas les parecía demasiado lento; pronto suprimieron esa curva y unieron la bajada con la subida mediante el Agua Roja. Crearon así un auténtico monstruo de la velocidad. Pero en 1994 tampoco rodó sobre Agua Roja, pues los recientes accidentes de Roland Ratzemberger, Ayrton Senna y Karl Werlinger sensibilizaron a la FIA y obligaron a modificar varios circuitos; Agua Roja no podía ser menos. Era demasiado desafiante, peligrosa, rápida y extraña. Afortunadamente, se dieron cuenta al año siguiente de que el problema no era la curva en sí, sino sus escapatorias: alejaron los muros y adecentaron las trampas de grava.
Velocidad en estado puro
Aunque Monza sigue siendo la catedral de la velocidad, el trazado de Spa no le tiene nada que envidiar. De hecho, tiene el registro de uno de los mayores sectores con el acelerador a fondo (casi medio minuto, desde Source hasta Les Combes). Y si hablamos de velocidad, es obligado citar el tiempo de Kimi Räikkönen en 2004 a los mandos del McLaren Mercedes con el que registró un minuto, cuarenta y cinco segundos con ciento ocho milésimas. Es el récord que todavía permanece sobre la pista, aunque el año pasado fue de nuevo remodelada ligeramente en algunas de sus curvas. La llamada Parada del Autobús es una de las que más modificaciones ha sufrido en los últimos años. Parece que los organizadores no saben muy bien qué hacer con esta sección, la última del trazado. Aquí Juan Pablo Montoya realizó un auténtico adelantamiento imposible a nada más y nada menos que a Michael Schumacher en 2004. Pero si de adelantamientos hablamos, el de Häkkinen también a Schumacher tres años antes es inolvidable.
El agua, factor determinante en Spa
El trazado original diseñado por Jules de Their y Henri Langlois Van Ophem fue completamente remodelado en 1983. Se cambió la posición de la línea de meta/salida (que antes se encontraba en la imponente bajada hacia Eau Rouge) y se suprimió casi todo el trazado original. Esa última carrera en el viejo y original Spa la ganó Pedro Rodríguez a los mandos de un Arthur Owen P153. Gran parte de la pista antigua quedó registrada en la inolvidable película Grand Prix, de 1966. Una película en la que el clima tiene un papel importante: durante la carrera en el viejo Spa, las gotas de agua aparecen de repente e inundan lo que hasta entonces era una prueba sobre seco. La ficción es realidad, pues eso es lo que pasó durante el rodaje del largometraje. Y es que en este lugar es imposible hacer una predicción meteorológica; las carreras sobre mojado abundan en la historia de este trazado. La última y quizá más sonada fue la de 1998, cuando un accidente múltiple dejó fuera de combate a trece monoplazas. Durante el resto de la carrera se registró una auténtica sangría de abandonos, incluyendo la del entonces líder, Michael Schumacher, que se comió literalmente al doblado David Coulthard cuando se disponía a rebasarlo. Aquel doblete de los Jordan fue una de las pocas alegrías de su patrón, Eddie Jordan.
Estrategia: la clave
Afortunadamente, al contrario que en otras pistas como Nürburgring, el trazado fue sustituido por otro igual de desafiante, conservando su espíritu pero sin renunciar a la seguridad. Y es que el nuevo Spa parece una manta de asfalto que cae sobre un paraje montañoso, adaptándose a sus irregularidades y amoldándose a sus desniveles. Hasta el año 2000 se podía circular por sus curvas: subir el Raidillon, dar la vuelta por Malmedy, rebasar la Parada del Autobús y pasearse por La Source. Y es que Spa ha sido un trazado realmente semi-permanente hasta hace bien poco. Poco exigente con los frenos, los motores han de prepararse a conciencia porque se les exige mucha velocidad durante largas secciones. Es complicado reglar un monoplaza aerodinámicamente, pero al final se imponen las largas rectas y las velocidades altas, y los alerones no suelen ser muy pronunciados. La presencia del coche de seguridad es una posibilidad muy factible, sobre todo en los primeros compases de la carrera, con el pelotón llegando a la cerrada primera curva de Source. A lo largo de la prueba, en cualquier momento, los ingenieros y expertos de boxes han de estar siempre atentos para un posible cambio de estrategia propiciado por las condiciones climáticas o las averías. Y es que rodar en Spa es como remontarse a los años en los que en Fórmula 1 la tecnología y la modernidad aún eran compatibles con el deporte y el espectáculo de verdad. Es por eso que la mayoría de los pilotos eligen este trazado como su preferido. Ojalá esta especie en extinción sobreviva al paso del tiempo como mi vieja fotografía, desteñida pero con todo su espíritu auténtico completamente inalterado.
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